“El principal valor y objetivo de la educación es la transformación de un mundo desigual e injusto en uno ético y profundamente solidario” Paulo Freire.
Panamá se encuentra en el segundo lugar de los países con la peor distribución de la riqueza en América Latina y el Caribe, y en el sexto lugar a nivel mundial.
Como nos indica el pedagogo brasileño Paulo Freire, el objetivo de la educación es la transformación de un mundo desigual e injusto en uno ético y profundamente solidario.
Hoy, los educadores necesitan el conocimiento, el método y la pedagogía que implica llevar a cabo ese proceso basado en el ser humano, de transformar la sociedad en ese mundo más humano, más ético y desde luego más justo y solidario.
Su objetivo es eso, la transformación de ese mundo en otro más justo en el cual el ser humano se pueda desarrollar y trabajar en bien de la sociedad.
La educación y los educadores no pueden perder su norte. Nuestro eje no es la máquina, si bien es una herramienta que ayuda al trabajo no puede ser el objetivo central de ninguna sociedad.
En el sistema educativo oficial tenemos 16 regiones escolares, tres de las cuales están en la provincia de Panamá. Tenemos 3659 centros educativos de los cuales 3107 son oficiales y 552 son particulares, (según el Sistema educativo en cifras de febrero de 2023, fuente sistema de integración de Datos Estadísticos, SIDE).
Según el SIDE, hay 7619 escuelas dividida en 2480 preescolar, 3437 de primarias, 1208 de premedia y 494 de media.
De 3122 centros educativos en el 2022, 1726 tenían acceso a internet, o sea el 55%. Las áreas que cuentan con un porcentaje menor son: Chiriquí el 28%, Comarca Emberá Wounaan, 24%; Darién, 33%; Comarca Kuna Yala y la Comarca Ngäbe Buglé con el 35% cada una, y en el informe Panamá cuéntame, el 20 % de colegios no cuenta con acceso a servicios básicos.
Existen 2135 escuelas multigrados con una matrícula de 10 4221 estudiantes. La situación en la que se encuentra nuestro sistema educativo es lamentable. Este año con más agudeza hemos presenciado y observado la cantidad de escuelas que no han podido iniciar clases en la fecha prevista.
Para unos las condiciones de las infraestructuras, para otros no cuentan con agua, el sistema eléctrico no funciona, no se cuenta con la cantidad de sillas que requieren los salones sin pintura, y así podemos seguir con un mar de carencias que las autoridades del ministerio de Educación conocen y si ellos saben de antemano la fecha de inicio del año escolar han debido garantizar una mejor acogida, en un país donde los padres de familia han realizado grandes esfuerzos para que sus hijos puedan asistir a la escuela. Pero además las escuelas no cuentan con contadores, trabajadores manuales, secretarias, no se destina el 10% que es lo establecido por la ley del costo de la construcción del colegio para el mantenimiento. No se cuenta en muchas escuelas con abanicos, están los esqueletos, pero no funcionan.
Así podríamos seguir con un sinnúmero de denuncias hechas por los docentes y padres de familias.
Si hay un presupuesto, no hay explicación que valga para sustentar que las escuelas no han sido reparadas y acondicionadas para tener un buen inicio de clases.
El que haya 1954 escuelas multigrados a las que asisten 104 221 estudiantes es indignante, ya que quienes se ven en la necesidad de asistir a estos centros educativos, al salir de ellos con un certificado tienen un océano de carencias académicas para enfrentarse a una sociedad con mayores competencias, donde no van a poder o tener la posibilidad de ningún empleo.
Lo más grave de las escuelas multigrados es que esta forma ha sido llevada a la premedia y media cuando los jóvenes que han salido de estos centros educativos con primeros puestos y llegan a la universidad de Panamá, o cualquier otra, no pueden pasar el año de estudios generales. Esto es un engaño, un destinar recursos al vacío.
Necesitamos destinar los recursos para enfrentar las situaciones arriba mencionadas; se requiere que se eliminen todas las escuelas multigrados y plantear otras formas donde se respete la educación de la joven o estudiante; se necesita concienciar al docente en la búsqueda de ese papel transformador del cual nos habla el maestro Freire.
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