A 98 años del movimiento inquilinario

 


El movimiento inquilinario de octubre de 1925 tuvo su origen en el aumento de los alquileres que, según Everardo Tolimson, se “excedió de un 25% a un 50% sobre el precio de las habitaciones vigentes entonces”. Esto era un golpe directo, y hasta mortal, contra la anémica constitución económica del obrero panameño, ya que gran parte de su salario, se iba en habitación, dejando a medio satisfacer o sin satisfacer el resto de sus necesidades primarias.

Ante esta situación, la Liga de los Inquilinos optó por levantar su bandera en defensa de sus derechos y de sus vidas. El Dr. Galileo Solís, quien era defensor de uno de los detenidos inquilinarios dijo: “son muchísimos los casos en que hay que dejar de comer para pagar un alquiler crecido”. Es importante anotar que la Liga de los Inquilinos era una especie de departamento del Sindicato General de Trabajadores (SGT), organismo estructurado en 1924, con cuatro mil miembros, que dio el apoyo material y espiritual, ya que la Liga necesitaba todo el apoyo para sostener, con éxito, la lucha inquilinaria. Lucha cuya dirección quedó a cargo del Comité Central del Sindicato, este decidió, para motivar al elemento inquilinario local, celebrar sesiones públicas en las cuales se exponían los objetivos de la Liga y la forma de alcanzarlos. Estas sesiones eran semanales, pero al acercarse el inicio de la huelga del no pago, se acordó celebrarlas todos los días.

La obstaculización a la gestión inquilinaria no se circunscribió solo a sus reuniones. Tuvo manifestaciones, también en otros aspectos. Así, en el aspecto intelectual, se deportó a José María Blásquez de Pedro, con lo cual se quiso frenar el movimiento, pero lo que hizo fue acelerarlo. A nivel político, integraron una comisión sin tener en cuenta al Sindicato General de Trabajadores, quienes en conjunto con la Liga de Inquilinos había estado creando conciencia y espíritu de lucha no solo en las masas inquilinarias de Panamá, sino también en las de Colón.

El 1 de octubre y días más tarde el 9, específicamente en Colón, se inician las huelgas del “no pago” de alquileres. Estas huelgas eran pacíficas o de “resistencia pasiva” como la llamaban los inquilinos. En la capital la agitación se mantenía viva a través de los 'meetings'. El 6 de octubre, el alcalde del distrito, Mario Galindo, envía una comunicación a la Liga de los inquilinos, en la cual manifestó su decisión de prohibir terminantemente los 'meetings'. Esto provocó un cruce de notas y respuestas de ambos lados.

El 10 de octubre de 1925 era un día igual que otros memorables que han dejado surcos profundos e imperecederos dentro del acontecer histórico panameño, se presentó nublado; como presagiando la tragedia que se iba a apoderar de la ciudad a tempranas horas de la noche. Ante los anuncios del alcalde prohibiendo el 'meeting' y la Liga de inquilinos “que sí hay 'meetings'”. Ante las medidas represivas por parte del gobierno, arrestaron a Jorge Brower Jr. y a Carlos Manuel Céspedes Jr. sin justificación y al saber que un inquilino de apellido Sánchez había sido brutalmente golpeado por un oficial de la Policía, dirigentes trataron de convencer a los inquilinos para que no llegaran al parque de Santa Ana, pero la población estaba indignada. El gobernador Boyd, el alcalde Galindo y el comandante Arango habían estado libando licor, dejando teñido de sangre obrera.

Después de los hechos del sábado 10 de octubre, el gobierno invoca la intervención de tropas de Estados Unidos para humillación perenne y vergonzosa. Invocaron el artículo 136 de la Constitución, cuyo contenido rezaba así: Artículo 136 “El gobierno de los Estados Unidos de América podrá intervenir, en cualquier punto de la República de Panamá, para restablecer la paz pública, y el orden constitucional, si hubiere sido turbado, en el caso de que por virtud de Tratado Público aquella nación asumiese, o hubiese asumido, la obligación de garantizar la independencia y soberanía de la Constitución de la República de Panamá 1904”.

En virtud del artículo 136 quedaba expedita la vía para la intervención, en la mañana del 12 de octubre, el General Williams Lassister lanzó a las autoridades y al pueblo de Panamá, desde el cuartel general de Balboa Heights la proclama que es una vergüenza para los panameños. Dice: El infrascrito, Gral en jefe de departamento del Canal de Panamá, ejército de los Estados Unidos, a petición del gobernador del Canal de Panamá y en virtud del Artículo 7° del Tratado del Canal de Panamá entre los Estados Unidos y la República de Panamá, ha ordenado al Gral Martín, del ejército de Estados Unidos, asumir el servicio de Policía de la Ciudad de Panamá y los territorios y puertos adyacentes a ello y mantener allí el orden público.

Ocuparon el Parque de Santa Ana, instalaron sus tiendas de campaña y a últimas horas de la tarde el pueblo se enfrentó a los vencedores de las potencias centrales. Después del entierro de Ferdín Jaén, un grupo de inquilinos se dirigió a la oficina de la Liga situada en calle 16, oeste entre Calle B y C, y se encontró con que algunos soldados que habían allanado dicha oficina. Unánime fue la protesta y a esta siguió inmediatamente la acción. Uno de los primeros en caer fue el panameño Julián Camarena, poco después Rafael Echeverría, panameño también, le es atravesado su muslo izquierdo con una bayoneta y el joven Damián Cabrera no pudo huir, fue acorralado en un corredor de una de las casas de la calle 16 oeste y allí cayó atravesado por las bayonetas.

La soberanía nacional, la dignidad de la patria ha sido defendida por el pueblo panameño, no así por gobernantes entregados a los dictados del imperio, y hoy a empresas mineras que buscan tener otro enclave en la provincia de Colón.

Tomado de Historia del Movimiento Inquilinario 1925

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