En América Latina, más de 1500 mujeres fueron víctimas de femicidio en el año 2017. Estos datos pueden duplicarse en la medida en que en algunos países no se habla de femicidio sino de ‘crímenes pasionales'.
Panamá no escapa de este flagelo que recorre los cimientos de nuestra América. Hasta el 25 de noviembre, Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, se habían dado 13 femicidios y 14 tentativas de femicidios.
En la segunda y tercera semana de diciembre se dieron tres femicidios de la manera más atroz. La lista inició con el caso de la joven Nayrobis, quien fue asesinada a golpes y al final el agresor le propinó un balazo. Al leer la noticia, vino a mi mente la razón por la cual se estableció el 25 de noviembre como Día de la No Violencia contra la Mujer. El 25 de noviembre de 1960 fueron matadas a batazos las hermanas Mirabal en República Dominicana (recordamos que se vivía una dictadura militar liderizada por Rafael Leonidas Trujillo). Guardando las proporciones y al imaginarnos lo que una persona siente al ser golpeada prácticamente hasta perder la conciencia, nos llena de indignación y también de impotencia, pues la lucha que hemos realizado no nos ha permitido impedir que estos hechos se dieran.
Es que producto del machismo, como han señalado diversos autores, la mujer es vista como una persona que no tiene los mismos derechos que el hombre; porque se piensa que no tiene la misma capacidad intelectual ni física, por lo tanto el hombre debe mantener el control y tener una vigilancia permanente sobre lo que él llega a considerar como su propiedad.
Aquellos que desde altas posiciones descalifican las capacidades de las mujeres, sea en posiciones administrativas o de dirigencias, no hacen más que transmitir el rol machista que tratan de disimular. Las borracheras, el ser mujeriego, el adulterio, la irresponsabilidad, la dominación y el uso de cualquier tipo de violencia de género, sea esta verbal, física, patrimonial, psicológica, entre otras, cuyo objetivo es mantener un control emocional o de jerarquía sobre la mujer.
Seguido al asesinato de Nayrobis, se da el femicidio de la niña Cristiany, en la comunidad de La Doradilla en La Chorrera, se asesina a una niña de a penas seis años de una manera sanguinaria. Esto no se puede permitir en una sociedad que aspira a vivir en democracia, y donde se respeten los derechos humanos. Miguel de Cervantes Saavedra no nos legó ningún término ni adjetivo con el que pudiéramos calificar tal atrocidad. No hay ninguna explicación que tenga validez para que toda la sociedad exija justicia y un no rotundo a la impunidad.
A la fecha de este artículo, el último femicidio de esta cadena lamentable es el de Eneida Rodríguez, quien deja en la orfandad cinco hijos. Ella se dedicaba a confeccionar sombreros, tenía su esposo, con a penas 42 años, era asediada por un vecino que ya la había golpeado, pero no habían puesto la denuncia. Ante todos estos femicidios que se han dado se requiere como lo hemos manifestado lo siguiente:
1. Que se utilice el 50 % de lo que gasta el Gobierno en campañas publicitarios de sus obras, y ese dinero sea utilizado en campañas permanentes de prevención a la violencia contra la mujer y dando a conocer la Ley 82 del 24 de octubre de 2013, donde se tipifica el femicidio como un delito.
2. Controlar los permisos de cantinas y centros de expendios de bebidas alcohólicas, así como campañas preventivas de lo que significa el consumo de las mismas, sobre la vida de otras personas.
3. Crear un impuesto exclusivo a las licoreras que sea destinado a la atención de las víctimas y a terapias para los agresores.
4. Educación Integral en sexualidad.
5. Control de lo que se transmite a través de los medios de comunicación social. Todo esto debe ser un tema de prioridad nacional, si deseamos tener una sociedad distinta y con ciudadanos con mejores capacidades para relacionarse entre sí.
NOTA: Reproducción de artículo escrito por la Secretaria General de la CGTP, Profesora Nelva Reyes Barahona y publicado en la sección de Opinión de La Estrella de Panamá. Ilustración Peña Moran / La Estrella de Panamá
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